Pautas para el duelo en niños y niñas durante la cuarentena
Espera lo mejor, prepárate para lo peor
(Refrán inglés)
El momento que estamos viviendo, no es fácil, y puede ser especialmente difícil para los más pequeños. Además, durante esta pandemia, están sucediendo numerosos fallecimientos, en situaciones que no son nada fáciles para las familias, sin poder despedirse de manera adecuada de sus seres queridos. En esta y en la próxima entrada, vamos a hablar de algunas pautas que se pueden utilizar para ayudar a los niños y niñas a procesar un hecho tan difícil como puede ser la muerte de un familiar, que desgraciadamente es algo que está sucediendo con más frecuencia en esta pandemia del COVID-19.
Primero de todo, hay que tener en cuenta que en caso de que fallezca un familiar, la noticia tiene que llegarles a los niños por parte de, a ser posible, la madre y el padre, y si no es posible, la persona con mayor vinculación con ellos. En el caso de que haya varios hermanos, puede ser buena idea informarles a todos a la vez, y después dedicar un tiempo a cada uno de manera individual.
Aunque en el momento en el que hacemos esta publicación estamos en cuarentena, y podemos controlar más la exposición a la información que tienen los niños y niñas, hemos de intentar darles la noticia lo más pronto posible, ya que en esta sociedad que tenemos hoy en día, la información se mueve muy rápido, y no queremos que se enteren por otra vía (que oigan una llamada telefónica, que un vecino pase a dar el pésame, una conversación entre familiares, etc).
¿Qué podemos hacer cuando fallece un familiar?
En esta primera entrada, vamos a tratar las pautas que podemos utilizar con niños y niñas de hasta aproximadamente 6 años. En estos, nos acogemos a 6 pautas básicas:
-
Contención emocional. Las expresiones de tristeza y dolor en este rango de edad pueden ser muy variadas y, en algunos casos, muy intensas. Lo primero es mantenerse con el niño o la niña. Hay que darle un espacio para que pueda expresar sus emociones, llorando o incluso gritando. También tenemos que evitar que pueda hacer algo perjudicial o dañino, tanto para él como para el resto. Esto puede ser porque intente golpearse a sí mismo o a otros, o que tenga una expresión de dolor muy exagerada y sin control, lo que nos lleva también al paso dos.
-
Tranquilizar. Hay que facilitar que el niño o niña se relaje. También es importante tener en cuenta que en este rango de edad, los niños y niñas necesitan de otra persona para poder regular sus emociones. El contacto físico y el apoyo emocional es una manera eficaz para ayudarles a calmarse (acunando, hablándoles o abrazando). Además, es posible que no sepan bien qué es lo que sienten, es importante aquí también que el adulto le ayude a poner esas palabras a lo que siente, a conectarlo con la situación que están viviendo, y que entiendan que es perfectamente normal que se sientan del modo en el que lo hacen.
-
Dar información. Los niños y niñas necesitan saber qué está pasando para poder procesarlo y reducir la incertidumbre. Incluso los más pequeños, es posible que entiendan mucho más de lo que parece por lo que son capaces de expresar. Es importante explicarles la situación con un lenguaje lo más claro (sin usar eufemismos) y adaptado posible, tanto lo que ha pasado, como lo que va a pasar en las horas y días próximos. Algunos niños o niñas pueden mostrar una reacción inicial, y después volverse a jugar, o que no quieran que se les nombre lo ocurrido. En estos casos hay comunicarles que cuando quieran hablarlo, pueden acudir a la persona adulta. No se debe ocultar información o mentirles, pues los pequeños son muy buenos leyendo las emociones en los adultos, en especial en sus cuidadores, y si perciben que lo que se les está diciendo no coincide con la emoción que siente, puede generarles más temor y desconcierto. En estas edades, los niños y niñas son muy literales, con lo que explicaciones como que el abuelito está en el cielo, pueden suscitar preguntas como “¿Y qué pasará cuando llueva?¡Se mojará!”. Es muy útil explicarles que la persona que ha muerto se puso “muy muy muy muy malito”, para que no piensen que cualquier persona que enferme va a morir. Además, hay que explicarle que el cuerpo de la persona fallecida ha dejado de funcionar: ya no siente dolor o frío, tampoco ve, ni oye. Por último, es importante responder a todas las dudas que planteen sobre lo que está pasando.
[…] hay que explicarle que el cuerpo de la persona fallecida ha dejado de funcionar: ya no siente dolor o frío, tampoco ve, ni oye.
-
Normalizar. Como ya veíamos en la pauta de tranquilizar, hemos de transmitirles el que es normal que se sientan tristes, o con rabia, impotencia, etc, y hay que permitir que expresen todas estas emociones. Puede ayudarles el que los adultos que tengan a su alrededor no oculten sus expresiones emocionales (aunque sí que es importante protegerles reacciones emocionales demasiado intensas o descontroladas) puesto que, en especial los cuidadores principales, son modelos de comportamiento muy potentes en estas edades. Decirles que estamos lloramos o estamos serios porque el abuelo ha muerto y estamos tristes, les ayuda a comprender la situación y a ir poniendo palabras a lo que ellos mismos están sintiendo.
-
Mantener estabilidad. Dependiendo el nivel de relación que tuviese la familia con la persona que ha fallecido, es posible que se alteren rutinas por un lado, y por otro que aparezcan comportamientos relacionados con la tristeza en los más pequeños (falta de apetito, que le cueste más dormir, más rabietas). En la medida de lo posible, es importante mantener sus rutinas. Si no tiene apetito, no hay que forzarle a comer. Mantener límites, y tratar todas sus reacciones con cariño, intentando ponerle palabras a lo que pasa y preguntándole si reacciona así debido a lo que está pasando. También hay que evitar exponerles a imágenes o mensajes de lo que ha sucedido a través de los medios de comunicación, y si es inevitable, al menos ha de haber un adulto con ellos que pueda ir resolviendo sus dudas y ofreciendo apoyo emocional al ver esta información.
-
Actividad. Hay que buscar momentos de distracción para el niño o niña, momentos en los que pueda centrarse en otra cosa. Darles pequeñas actividades que les resulten agradables puede ser útil en estos momentos. También darles pequeñas tareas, que les ayuden a generar la sensación de que mantienen el control sobre ciertas áreas de su vida, y a generar sensación de que son útiles para el resto. En estas actividades es normal que aparezcan referencias al fallecimiento del ser querido, como puede ser dibujar al abuelo o a la abuela, o juegos representando el cómo ellos han interpretado la situación. Este tipo de representaciones les ayuda a procesar lo que están viviendo y es importante respetarlas. Si aparecieran referencias muy distorsionadas de lo que ha sucedido, que les causen angustia, es importante hablar con él o con ella y aclarar de nuevo lo que ha sucedido.
¿Qué reacciones podemos esperar?
Hemos de tener en cuenta que las expresiones emocionales en estas edades varían mucho a las del adulto, y el modo en el que pueden reaccionar a esta situación varía mucho de un niño a otro. A continuación trataremos algunas de las de las reacciones que podemos esperar en estas edades, agrupadas por diferentes tipos:
Apego: Una muerte en el entorno familiar puede causar sentimiento de miedo e inseguridad. Es por ello que en estas edades sea común que los niños y niñas tengan más dificultades de lo habitual para estar separados de la mamá o el papá (o el adulto de referencia), incluso por periodos de tiempo muy cortos. Relacionado también con el aumento del miedo, es posible que empiecen a asustarse de cosas que antes no lo hacían, o que miedos que ya estuviesen presentes, aumenten de intensidad.
Alimentación: Como decíamos anteriormente, es posible que aparezcan alteraciones en el apetito.
Conductuales y expresión emocional: Es aquí donde podemos esperar mayor reactividad. El modo de expresar la tristeza en los niños y niñas puede ser distinto a lo que vemos en los adultos. Si bien es cierto que cada niño o niña es diferente, y que algunos pueden parecer distantes, con frecuencia, se muestran irritables y malhumorados. Pueden tender a culpabilizar a las personas que tienen alrededor, o a ellos mismos. También pueden aumentar la violencia en sus juegos, o en sus relaciones (pegar a los adultos, por ejemplo). Además podemos esperar que tengan “regresiones” a etapas del desarrollo anteriores: por ejemplo, un niño que ya controlaba el pipi, es posible que empiece a mojar la cama de nuevo, que vuelva a chuparse el dedo, o que vuelva a tener rabietas. Todas estas son reacciones normales dentro de este rango de edad, por lo que es importante reaccionar sin enfado, sin recriminar, actuando desde la comprensión, poniendo límites firmes y con cariño.
Sueño: Es posible que aparezcan problemas relacionados con el sueño. Algunos niños y niñas empiezan a tener problemas para irse a dormir (cuando antes no los había), o se despiertan más veces a lo largo de la noche reclamando a la figura de apoyo. A veces esto puede relacionarse con la aparición de pesadillas.
Recordad que en estas edades tempranas, el apoyo de los adultos es imprescindible. Además, en la situación que estamos viviendo actualmente, las familias no están pudiendo despedirse de sus seres queridos, y en muchas ocasiones tampoco es posible acudir al velatorio o al funeral. Desde casa se ha de favorecer el que los niños y niñas hagan una despedida figurada de la persona fallecida. Pueden hacer un dibujo, o dirigir unas palabras a una vela encendida, o lo que mejor encaje de acuerdo a la edad y creencias de cada uno.
¿Cuándo debería preocuparme?
Como hemos visto, todas estas son reacciones normales, y por tanto no existe necesidad de acudir a un profesional cuando un niño o una niña se comporta de estas maneras ante la pérdida de un familiar.
En general, los niños y niñas se van adaptando gradualmente a la nueva situación, y con el tiempo son capaces de integrarla en su vida. Sin embargo, en un pequeño porcentaje de los casos, es posible que necesiten de ayuda para poder hacerlo. En estos casos, podemos empezar a sospechar que van a requerir de apoyo por parte de un psicólogo cuando el niño o la niña siga mostrando alteraciones a nivel de comportamiento, sueño, expresión emocional, etc, pasadas las 4 semanas o más.
Deseamos que no necesitéis estos consejos. Sin embargo, consideramos importante que tengáis esta información, ya que muy a nuestro pesar, la muerte es una realidad en la vida. En estos momentos complicados hemos de prepararnos para cualquier cosa que pueda pasar.
Esperamos que estéis llevando esta cuarentena lo mejor posible, y que podamos volver a vernos pronto.
Un abrazo,
El equipo de psicólogos de La Catalpa
Referencias
Explícame qué ha pasado: Guía para ayudar a los adultos a hablar de la muerte y el duelo con los niños (https://www.fundacionmlc.org/wp-content/uploads/2018/12/guia-duelo-infantil-fmlc.pdf)
La educación emocional en la etapa 0-3 (https://www.fundaciomaresme.cat/wp-content/uploads/2014/07/21a-PON%C3%88NCIA-2.pdf)
Los primeros auxilios psicológicos en niños de 0 a 3 años (https://faros.hsjdbcn.org/es/node/5942)
Los primeros auxilios psicológicos en niños de 3 a 6 años (https://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/primeros-auxilios-psicologicos-ninos-3-6-anos)
Alarcón, E., Prieto, P., Cabrera, C.E., Rey, P., García, N., Robles, M., Montejo, M., Vega, N., Plaza, G. (2020) Guía para las personas que sufren una pérdida en tiempo del coronavirus (COVID-19)